3.26.2009

No reces

Mi dedo hurga tu estigma,
tu sólo gimes,
tal vez rezas…

Mis venas entre tus venas laten
y tu sangre lubrica mi invasión.

Entro en tu santidad como un demonio
mientras tú como un mártir levitando
me escondes de la furia del cielo
en esa capilla dolida que es tu cuerpo.

No me es suficiente lamer hostias en tu lengua
compartir tu cuerpo como el pan multiplicado
y sorber tus mares entreabiertos
hasta embriagarme todo.

Preciso del maná que se esconde en tu herida
y que mis dedos pululan hasta aprehenderle
y compartirlo hasta que ya:
ni reces,
ni quede duda de que gimes.

1 comentario:

Pablo Arroyo León dijo...

Cómo me hubiera gustado escuchar esto en la segunda lectura de HomoerÓtica. Es hermoso. No hay palabras... o quizás, es que ya usaste todas las que se podían usar. Abrazo.