2.21.2010

Jinetinta

















Los ojos del caballo copulan con la noche,
junto al silencio todo es fría oscuridad arrepentida,
una quimera desvestida del lumen del tiempo.

Cabalgar no es un poema de pasos que escriben el suelo
es un castigo de versos que huyen a la nada
y el jinete es sólo el puño que prensa con fuerza
y controla el impulso de esa tórrida embestida.

La letra deja huellas que huyen al silencio
cuando los equinos trazan su senda hacia lo oscuro.

Valdría la pena descifrar las letras que habitan sus entintados ojos
y descubrir los miedos que habitan el puño y la mirada.

Valdría la vida sumirse en su noche
y abortar las letras, arrepentir la luz de hacer su entrada
y refugiarse en la quimera del silencio,
ser jinete de la tinta…

Ser jinete,
ser tinta,
jinetinta…

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