3.31.2012

carne catedral

















robusta crisálida de carne
hilas desde la baba boca
          trapecios de cristal
          columnas nacaradas
quién se atreve a descuidar el peso
que cae sobre tu espalda
que abre laberintos por tus piernas
que engulle el sexo de tu ombligo

quién blasfema la sacristía de tu vientre
con mariposas muertas que no vuelan
con ausencia de panes con escamas

quién te niega el pez y la boca
quien te esconde una tarántula
para ahuyentarse el rezo sobre el lomo
cuajado y cristalino de tu espalda

si la hostia ha sido derretida en tus adentros
si se ha vuelto paloma que te nada
los laberintos secretos de la carne

no gimas la palabra ausente
toma mi nombre y enuncia
las piedras que castigan su pecado
carne catedral
toma mi nombre
duéleme las manos abiertas que te buscan
mastícame los dedos con tu vientre
floréceme las yemas
devórame las uñas
vuélveme eco de campanas en tu altar

toma mi nombre
carne catedral.

púrpura fruncido

clavel morado
flor mamífera
como una esquina de carne
como una flor de carne blanda
como un erizo que pulula sed
besos viscosos
guiñadas rígidas
hueco que palpita y tiene hambre
de escamas bañadas en miel salada
en gritos que desangran
en crímenes que empujan la mirada
de los ojos que no ven
de las bocas que no hablan
del esfínter de paloma expuesto sin sus alas
del pájaro que tiembla sobre el nido

la pradera y sus manteles convidada
la boca abierta
la leche amamantada
desde un clavel morado que se frunce
flor mamífera
boca callada.

eucaristía

sanguijuela hendida en dos
que consume desde el temblor de su mandíbula
posa tu labio en la herida de mis hostias
renáceme el vientre sin las cruces
anídame la sangre desde el sol que anuncia
la venida de nuevas y sangrientas madrugadas.

3.25.2012

política de la carne

desde cuándo desgajamos nuestros cuerpos
para tejer banderas
para crear fusiles de identidades rotas
para dividir la carne que en el sexo
nos ha unido como a un todo plural y diverso

desde cuándo

lo posible

podríamos lamernos las dagas de la carne
de cara al precipicio y hacer un laberinto
de piernas que se rompan para dar paso a las alas
y los ríos que duermen el silencioso paso de las aguas

podríamos compartir el sudor de nuestras sábanas
besar la madrugada desde la misma estación
sorber el sol desde una misma taza y retomar
las faenas de la carne, los peligros del olvido

podríamos agrietar el ojo a la tristeza
cuidar de la ceniza el paso de esta llama doble
y tejer el silencio una y tantas veces
que comulgue tu sueño con mi almohada

podríamos desistir de ser gaviotas y volvernos ala
naufragar la nostalgia y volvernos escama que cincela
un camino de agua o un viaje de humo y sal

podríamos
por decir algo
ser felices, aunque pueda parecer una utopía.



el ojo

el ojo es una vagina que el placer le queda siempre a la distancia